Boletín

Marzo, 2025

Llamados a vivir en santidad

Uno de los atributos de Dios es la santidad

Nuestra mente humana nunca podrá comprender la santidad de Dios, es en vano querer explicarla con palabras. Lo más que podemos decir de ella es que es pureza infinita, limpieza absoluta y total, quien no puede permitir en su presencia ni un mínimo rasgo de pecado.

Cuando entregamos a Dios nuestra vida y aceptamos el sacrificio de su hijo Jesucristo en la cruz, somos limpios y redimidos por su preciosa sangre, somos hechos sus hijos y miembros del cuerpo de Cristo; y como tales, tenemos un llamado personal y urgente a vivir en santidad:

Como aquel que los llamó es santo, sean también ustedes santos en toda su manera de vivir; porque escrito está: Sean santos, porque yo soy santo. 1 Pedro 1:15-16

Nosotros como hijos de Dios, no podemos tener la misma medida de santidad de Dios; pero nos llama a tener una vida en santidad, conduciéndonos con integridad, honestidad y con una actitud correcta delante de Dios y de los demás, dando buen testimonio en cualquier lugar, en todo momento y bajo cualquier circunstancia.

Dios nos santifica con la verdad de su Palabra, y nosotros como hijos, debemos esforzarnos cada día en llevar voluntariamente una vida correcta, apartada del pecado, pidiendo a Dios en oración que nos fortalezca para vencer toda tentación.

Dios nos ayuda con su Espíritu Santo y nos muestra en su Palabra cómo vivir en santidad.

Aun así, Dios va más allá de lo que es observable por los demás y nos manda a cuidar nuestra mente, la cual debemos entrenar y acostumbrar a pensar en todo lo que es honesto, justo, puro, amable, de buen nombre, virtuoso y digno de alabanza. Si llenamos nuestra mente con la Palabra de Dios, no habrá espacio en nuestra mente para otros pensamientos.

Nos corresponde conocer y obedecer su Palabra; tener comunión diaria con nuestro Padre mediante la oración; mantener una conducta digna de hijos e hijas de Dios y ser conscientes de su presencia en nosotros, de esa manera podremos vivir en santidad.

Lauro Velasco

Referencia Bíblica: Jeremías 31:3, 1 Pedro 1:15-16, Juan 17:17, Filipenses 4:8